Esto es una despedida. Quiero deciros adiós a todos vosotros y a todas vosotras como realmente os merecéis, como dicen en los pueblos, como dios manda. El despacho del vagabundo cierra su puerta. El trayecto hasta aquí, hasta este punto concreto del espacio-tiempo, ha sido gratificante e instructivo: quiero daros las gracias por vuestros comentarios y vuestros MeGusta. Muchísimas gracias por leerme.
Quien alguna vez se despidió lo entiende: yo necesito un cambio, en realidad necesito mucho más que eso; necesito mutar hacia una expresión distinta. Toda despedida versa sobre un viaje; la mía no es una excepción: me voy, como no puede ser de otro modo, en busca de Ítaca, y, como ya dije en alguna entrada anterior, las redes sociales, incluyendo este blog, me infoxican y me roban mucho tiempo; me desconcentran; no me sacian; me saturan.
El principal motivo de mi marcha pertenece a la esfera privada (un futuro desafiante me aguarda), pero no deja de ser cierto que he aborrecido por completo todo aquello que ocurre online.
Sé muy feliz; no sé muy bien qué debes hacer para conseguirlo; tan sólo te insto a que alcances la felicidad.
Un fuerte abrazo de un vagabundo.
Posdata. Si alguien llega a leer estas líneas y siente curiosidad por mi persona, que lea… que lea todo lo que he escrito, porque en este blog me dejo el alma.